Día 9 - Atenas, Aplanando calles históricas

martes, 7 de abril de 2009


Este debe ser uno de los días que más hemos caminado. Se compara sólo con los días en París hace poco menos de un año.

Partimos con la idea de ir al monte de Licabeto, que cuenta con un funicular para llegar a la cima y habíamos escuchado que se obtenía una vista privilegiada de Atenas. Desde el hotel a las faldas del monte hay cerca de 2 kilómetros cuesta arriba y después hay que subir unas escaleras interminables de cerca de 150 peldaños. Llegamos al funicular cansados, pero subimos en seguida. Una vez en la cima, nos encontramos con una Atenas parcialmente nublada que se descubría impactante.

Después de obtener una de las mejores fotos de la ciudad, deshicimos el camino (los 150 peldaños incluidos). Seguimos hacia el sur hacia el Templo de Zeus, no sin antes pasar por el estadio olímpico de 1896, que es a su vez una restauración del estadio ancestral. Acortamos caminos por los Jardines Nacionales y llegamos a la Puerta de Adriano. Desde Licabeto al Templo de Zeus sumamos cerca de 5 kilómetros.

Nuestra idea era aprovechar el bus del hop on hop off para hacer el trayecto en menos tiempo y cansarnos menos, pero perdimos el bus dos veces, primero frente al estadio olímpico por culpa de un semáforo con mala sincronización, y más tarde en la Puerta de Adriano por llegar tarde. En definitiva, todo el trayecto fue a pie de vuelta a la plaza Syntagma. Cerca de 6,5 kms. con el esfuerzo adicional de las escaleras de Licabeto y era sólo mediodía.

Almorzamos en Everest, una especie de local de comida rápida donde puedes preparar tu sándwich con ingredientes a elección. Buen local, pero necesitábamos probar comida griega.

Nuestro paseo continuaría con un uso intensivo del metro para llegar primero a la calle de la Academia, donde se encuentra la Biblioteca Nacional, la Academia de Artes y la Universidad de Atenas. Continuamos por metro hasta el distrito portuario de Atenas, Pireaus. 
Después de una vuelta para conocer el puerto, volvimos en Metro a las faldas de Licabeto. ¿Para qué? Estando en la cima del monte Licabeto por la mañana, nos pareció que de noche se vería increible y merecería la pena un nuevo esfuerzo. Volvimos a subir hasta el funicular y la gélida cima nos dio la razón.

Al bajar tomamos el metro hasta la plaza Syntagma y fuimos a pie a conocer el Hard Rock Café de Atenas, pero decidimos ir a comer algo típico, así que nos movimos a las faldas de la Acrópolis y cenamos gyros con ensalada.

Pasada la medianoche nos dirigimos al hotel sabiendo que es el último día en Atenas y en Europa, despidiéndonos silenciosamente de las calles, la gente que no nos conoce, las nubes que no se despegaron del cielo durante nuestra estadía. La noche es quieta espectadora y nosotros caminamos en silencio, cansados, satisfechos.

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