Día 2 - El Cairo, La maldición de las pirámides

martes, 31 de marzo de 2009


Casi todas las fuentes de información relacionadas con preparar un viaje a El Cairo lo dicen. Si revisas foros en Internet, seguro te quedará claro. Si preguntas a personas que han estado allá, lo sabrás. Desafortunadamente yo no hice ninguna de estas cosas y caí en el error más desagradable en un viaje. Este día amanecí con un problema digestivo, al igual que el 80% de las personas que visita la capital egipcia. No sé muy bien qué fue lo que me cayó tan mal, pero tengo varias hipótesis: la botella de “agua mineral” en el restorán donde almorzamos que venía abierta de antemano posiblemente fue llenada con agua de la llave; el jugo de naranja natural comprado en el minimercado puede haber sido rellenado con la misma agua corriente; las salsas picantes y a base de mayonesa del almuerzo del día 1.

En definitiva, el mal ya está causado y debo restringir y revisar todo lo que me echo a la boca. Eso y estar al tanto del baño más cercano en cada momento. No es divertido.


Bueno, a cosas más agradables de leer. Hoy nos fueron a recoger al hotel para llevarnos de excursión a Dashur, ciudad campesina a 40 kms. del Cairo famosa por tener una de las pirámides más grande y mejor conservadas en Egipto, la Pirámide Roja, construida por mandato de Seneferu, quien fue el padre de Jufu o Keops, famoso constructor de la gran pirámide de Giza. En realidad Seneferu tiene otra pirámide famosa, la Pirámide Acodada, que muestra un error de ingeniería que nos recuerda (reafirma) que los constructores y arquitectos de estas grandes obras eran humanos.

En el camino pasamos por afuera de Saqqara, conocida necrópolis de la antigüedad más famosa por la Pirámide Escalonada, que conecta la arquitectura de la antigua Egipto con aquélla de Mesopotamia con su Zigurat o con los más asiduos constructores de este tipo de pirámides en la América de los Aztecas, Mayas e Incas.

Al final, un viaje largo pero valioso, sobre todo en la entrada a la Pirámide Roja por un camino de más de cincuenta metros en bajada diagonal de un metro de altura, a pesar del dolor en las piernas que duró (y empeoró) durante todo el día. Otro punto a favor del viaje fue el viaje en sí. Ver a la gente en su entorno, con sus costumbres y alejados del caos citadino del centro aporta con el conocimiento de la cultura.


De vuelta nos detuvimos en dos centros comerciales, la fábrica de alfombras de Saqqara y un bazar cairota que se especializaba en joyas. Luego de almorzar livianito, nos enfilamos hacia el Museo Egipcio del Cairo, lugar imperdible para cualquiera que visite esta ciudad. 

De vuelta al hotel para cambiarnos ropa y salimos rápidamente a un crucero por el Nilo. Un divertido número de danza masculina dentro del bote precedió a la danza del vientre de una rubia para nada despampanante, pero simpática. Del buffet a bordo no puedo comentar, ya que el malestar continuaba.


Fin del crucero dos horas más tarde y fin de otro día maratónico. Mención aparte para nuestro chofer que se levantó más temprano que nosotros para poder recogernos puntualmente a las nueve y no nos abandonó hasta que nos retornó al hotel cerca de las 22:30, más de 13 horas de servicio y al final con una sonrisa de oreja a oreja.

Por mi parte, una de las peores noches que he pasado comenzaría pronto, con retortijones, fiebre, frío y la maldición de las pirámides acercándose lenta y silenciosamente a Vero…