Día 5 - Estambul, Sol bizantino

viernes, 3 de abril de 2009


A pesar de que la mañana se siente fría como la noche anterior, el despejado cielo y el brillante sol se yerguen prometedores. Comenzamos nuestra caminata por los alrededores hacia la Mezquita Azul, principal atracción arquitectónica de Estambul con 6 alminares que demuestran la magnificencia de esta construcción. No descuidamos las bellezas que encontramos en el camino como los obeliscos, la iglesia de Santa Sofía o de la Divina Sabiduría (Hagia Sophia o Ayasofia) y los variados recuerdos del imperio que alguna vez dominó y calló en el lugar.

Entramos a la Mezquita Azul donde la grandeza y ostentación de la construcción contrasta con el silencio sacro que existe en el interior. Al salir recorremos los jardines que están entre Ayasofia y la Mezquita Azul con hermosos tulipanes aportando a la belleza del conjunto. 

Con varias horas de recorrido ya podíamos decir que no era una casualidad el comportamiento de los estambuleños que habíamos atisbado desde el avión que nos trajo, ya era una constante: son de una amabilidad que sorprende. Esto lo confirmamos con la siguiente anécdota. Estando Vero y yo revisando un mapa en los jardines en busca de lo que sería nuestro siguiente destino, un turco se acerca a nosotros preguntando si teníamos algún problema. Nuestra reacción natural a la luz de lo que nos había ocurrido en El Cairo era de desconfianza, a la defensiva. Cada vez que un cairota demostraba amabilidad, se complementaba inmediatamente con la ambición del dinero. En este caso, luego de ayudarnos con lujo de detalles sobre cómo llegar al Palacio Topkapi, nuestro amigo nos preguntó desde dónde veníamos y nos dio cordialmente la bienvenida a su país. Demostró amabilidad y su complemento fue saber con quién estaba hablando para invitarnos a su hospitalidad. No lo podíamos creer, pero se repitió tantas veces esta escena que no puede ser producto de casos puntuales. No, los ciudadanos de Estambul valen más que las inconmensurables construcciones que la adornan.

La cantidad de españoles e ingleses en las calles era impresionante y el sol comenzó a calentar pasado el mediodía. Caminamos por las calles llenas de comercios buscando donde almorzar. La comida no es tan cara y tiene bastantes influencias griegas e italianas (a propósito, entre los muchos nombres con que se conoció esta ciudad, como Bizancio y Constantinopla, se encontraba Nueva Roma y se le consideró la heredera del apogeo griego y romano).

Otro ejemplo de la consideración de los turcos en Estambul lo encontramos cuando quisimos comprar boletos para el hop on hop off. El responsable de la venta de éstos nos sugirió no comprar porque no lo íbamos a disfrutar un día viernes en la tarde por ser de alto tráfico. Nos recomendó volver al día siguiente.


Justamente cuando decidíamos qué tur tomar al día siguiente, mágicamente se acerca un hombre con cara de pregunta para saber qué estábamos considerando y nos sugiere ir a una agencia de turismo para la que trabajaba. Estábamos tan contentos con los turcos que confiamos sin --tantos-- miramientos. Nos vendieron un tur de medio día que incluía un crucero por el Bósforo a un muy buen precio. Mañana veremos.

Después de salir de la agencia de turismo, el mismo tipo que nos llevó allí nos ofreció un clásico té de manzana calientito. Nos llevó a una fábrica de alfombras donde nos atendió su hermano quien conversó muy cordial y amenamente de política y líderes de Turquía, EE.UU. Y Chile. Una muy buena charla que terminó en la oferta de alfombras y kilims. En ningún momento hizo sentir como una obligación la compra, todo lo contrario, a diferencia de la fábrica de alfombras de Saqqara en Egipto. Terminamos comprando un kilim precioso que próximamente lucirá en nuestro departamento.

El día viernes terminó con una cena en otro restorán familiar, bastante bueno en los platos. En mi caso pedí una sopa de tomate y espaguetis con boloñesa, Vero pidió espaguetis con una salsa de la casa. Muy sabroso, con un toque turco que hace exagerar los sabores en los platos.

Luego a dormir (dicen).